El miércoles por la tarde fue el cumpleaños de mi madre... Pero no la pude celebrar mucho más de lo que ya lo habíamos hecho en la noche anterior, junto al cumpleaños de mi tío, puesto que esa tarde debía partir a Santa Juana, para juntarme con mis tíos en su campo, y de ahí irnos a acampar a un lugar cuyo nombre no recordaba, pero sabía que empezaba con I. Así que en la tarde armé la mochila, la bolsa con cosas varias que ya no cabían en ninguna parte y me subí a la camioneta, para que mi tata me llevara al terminal de micros que van a Santa Juana. Saqué pasaje a las 19:45 (ya eran las 19:20), y esperé con mi tata...
A las 19:30 llegó una micro. Me subí, y vi a un tipo en mi asiento. Disculpe, yo pagué por ese. ¿En el bus de las 19:30? ¿Acaso no es el mismo que el de las 19:45? No. Oh, chofer, disculpe, me equivoqué de micro, ¿me devuelve el boleto? Muchas gracias, perdón la molestia, mi tata aún me esperaba, menos mal. A las 19:43 llegó la micro correcta, chao tata, hola chofer, bus de las 19:45? Ah, ya, no me quiero equivocar otra vez, tome, muchas gracias. Asiento número cinco, ventana. Al lado mío, iba una señora con su guagua, que, por suerte, no lloró. Me acomodé, puse bien los audífonos, cerré los ojos poco después de haber cruzado el puente.
Dormí. Según yo, fueron sólo diez, a lo más quince minutos. Había pasado una hora y ya estaba en Santa Juana. Me bajé cuando ya no quedaba nadie, en la plaza... Pensé en llamar a mi tía, pero no hizo falta, mis primos agitaban los brazos, ya estaban esperándome. Metimos todo en el auto, y nos dirigimos al campo.
Esa tarde-noche, intenté enseñarle Carioca a los niños con su abuela paterna. Fiasco, se aburrieron a los dos tríos. Tomamos pisco sour (primero del comprado, y luego un sorbo del hecho por mi tío), y luego a la cama. Mis primos querían que durmiera en la pieza de ellos. Mis tíos dijeron que durmiera en la cama del Lu. La Emi se quejó de que nunca nadie duerme en su cama. De acuerdo, Emi, duermo contigo. Vimos un poco de Rango, con una luz prendida que me llegaba a los ojos, y una almohada muy alta, y poco espacio. Lu se durmió. Lalo, el padre de los niños, apagó el computador, pero no la luz, porque la Emi la quería prendida. Pasa el rato, y mi tío vuelve, apaga la luz, y se va a acostar. Me dan ganas de ir al baño, así que me paré, y fui... cuando volví, la Emi se había acomodado de tal forma que ya no cabía en la cama. Bostezando, me fui al living/comedor, y me tiré en uno de los catres, donde me tapé con lo primero que pillé, en eso llegó mi tía. Le expliqué mi situación, me ayudó a taparme, buenas noches, y a dormir.
Al día siguiente, despertamos temprano. Desayunamos, nos vestimos y luego nos subimos al jeep, que iba cargado a más no poder, pero no sin antes saludar a los amigos de mis tíos que nos acompañarían en el viaje, el Marco, la Cecilia y sus hijos, la Martina y el Matías. Dato curioso: La niña es la mayor, y el niño el menor, tal como pasa con mis primos. En fin, ellos se subieron a su camioneta (que llenamos con más cosas nuestras), nosotros al jeep, y partimos, rumbo al sur, a la Laguna Icalma, a eso de las... 10? Bueno, salimos temprano. Primer error: Sentarme al medio de mis dos primos. Comprenderán que no fue un viaje tranquilo, y que no dormí todo lo que me habría gustado, pero bueno, el paisaje valía la pena. Hacia el final del camino, había un túnel, de unos cinco kilómetros, el Túnel las Raíces. Tomé unas fotos interesantes ahí, mientras a mis tíos les daba claustrofobia leve y mis primos no sabían si disfrutar el túnel o asustarse por la oscuridad. Luego vino un largo camino con curvas y en altura (y el Luciano escondido en mis piernas), hecho de ripio y, finalmente, llegamos a Icalma. Había un paso a Argentina, pero lo pasamos de largo por ese día, y continuamos el trayecto hacia el camping en el que íbamos a quedarnos. Cobraban por carpa, así que el plan era no armar la mía hasta bien entrada a la noche, o algo así. Al final, la armaron, y, con la excusa de que era para las cosas de los niños, el dueño no la cobró (aunque creo que era más que obvio que él sabía que era para alguien que sí iba a usarla). Los niños jugaron en el lugar. Con mi tía fuimos a comprar cervezas en el negocio que había a la entrada (Corona, una cerveza bebible, algo es algo). Con la Emi nos comimos unos tallarines, y luego los niños fueron a bañarse a la Laguna. Por flojera, sólo me puse la parte de abajo del traje de baño, con la intención de "meter sólo los pies". Obviamente, me mojé bastante, pero no hasta arriba. De vuelta a nuestro lugar del camping, comimos, conversamos, bebimos pisco sour. A eso de las 8 daban la luz, y a las 11-12 nos fuimos a acostar (tras perder por poquísimo una partida de Scrabble contra el Lalo). Yo tenía carpa para mí sola, así que me metí en mi saco, saqué los audífonos y escuché música, retomando, finalmente, Rayuela. Lo que no tenía en cuenta, era que el viento que había era mucho y terriblemente frío. Tenía un saco de dormir más delgado puesto a modo de colchoneta, pero decidí meterme dentro de ese saco, ponerme las calcetas que me había prestado mi tía, meter ese saco dentro del saco térmico original, y ahí dejar que el calor se acumulara. Escribí un poco, leí otro poco, apagué la luz y a dormir... O a intentarlo, ya que habían unos tipos teniendo el carrete del siglo (o eso parecían creer) a nuestro lado, gritándose y demás. Borrachos.
Día dos del campamento, viernes. Nos levantamos, vimos una mesa llena de botellas vacías, y desayunamos. Felicito a mis tíos por su aniversario de matrimonio. Mi prima grita "Es el cumpleaños de Billie Joe!". Reímos. Terminamos el desayuno y decidimos ir a la aduana a averiguar lo del cruce, para caminar hasta el otro lado. Yo sólo tenía que llevar carné, mis tíos tenían los carnés de ellos y de los niños, y el Marco y la Cecilia tenían los carnés de sus hijos. El problema fue que pedían la libreta familiar para cruzar a los niños, y sólo mis tíos la tenían, y la tenían en el auto, en el camping (que quedaba cerquísima, pero igual). Así que al final decidimos no pasar. Mi interés en ese lado de la Argentina era que había un lago llamado "Aluminé", que es el apellido de una amiga de Argentina, y quería tomarle una foto, pero bueno, si no cruzábamos, no era el fin del mundo. Decidí ir el otro día por las mías si andaba de ánimos, y nos dedicamos a recorrer el cementerio del lugar (me sigue perturbando el hecho de que las tumbas fueran montículos, como si los cuerpos estuvieran ahí mismo, a no más de 10 centímetros de profundidad), y nos devolvimos al camping. El Lalo y el Marco fueron con el Lu, la Martina y el Matías a subir un cerro. La Emi andaba un poco con las mañas, así que nos devolvimos al camping. Estuvimos un rato en la playa de la laguna, mientras la Cecilia dormía siesta. Vimos cómo llegaban a la cima del cerro que escalaban los demás (estaban al lado), y los vimos bajar; llegaron justo a la playa, y se metieron al agua. Había harto viento, así que no me tentó la idea de meterme al agua, que no era tan fría, pero.. No.
De vuelta a nuestro lado del camping, a almorzar. El viento empieza a aumentar. Los bochincheros se van, celebramos. Niños al agua, tomar fotos con la super cámara (nota mental: revelar rollo), salir a recorrer nuevamente. Estaban armando una feria costumbrista. Tomé nota de comprar un llavero después, cuando ya estuvieran bien instalados y hubiese inaugurado. Más fotos. De vuelta al camping, el viento continúa. Pusieron, además del toldo, un coso cuyo nombre no recuerdo, para que no llegaran tantas piedritas. El Marco y el Lalo empezaron a hacer el fuego, para poder hacer el asado prometido (había que celebrar el aniversario de boda de mis tíos, no?)...
Y se pone a chispear. Y a chispear más. De pronto, está lloviendo... Es mucha agua, y fría... Los niños del Marco y la Cecilia se refugian en su carpa, junto a la Cecilia. Mis primos y mi tía hacen lo mismo en su carpa. Yo me meto a la mía. Obligada a leer Rayuela, a la luz de la lámpara. Fuera de la carpa, mi primo salió, a salvo con un gorro, botas y parka, contándonos cómo hacían canaletas en el exterior, y cómo caía el agua. Eran como las siete de la tarde, y no pudimos salir hasta un buen rato después. Café, mi tía me pasó un coso de pan de molde, que tiré al interior de mi carpa, en caso de que hiciera hambre a mitad de la noche. Habíamos decidido irnos a duchar en ese momento, pero preferimos posponerlo hasta la mañana siguiente. Pisco sour para mí y mi tía, enguindado para el Marco, y no sé quién más tomó eso. Los niños asaron malvaviscos, y creo que eso fue lo que más sufrieron, que no les gustó cómo quedaron. Una sopa para el frío. Empieza a chispear de nuevo. Me metí a la carpa, prendí la lámpara, sequé lo que se mojó al abrir la carpa, y me acomodé. Ya eran como las diez u once. Me puse pijama, comí un pan, leyendo Rayuela. Luego me dediqué a escuchar canciones de los Foo Fighters y a intentar transcribir la letra (no quiero revisarlas, mi autoestima morirá (?)). Escribí un poco, y me acomodé en el saco, al igual que la noche anterior, segura de que habría menos boche que la noche anterior.
Error. Los nuevos eran igual de ruidosos. En medio de la lluvia, empezaron a apostar sobre quién se tiraba a la laguna. Al rato, con gritos, se fueron. Silencio. Me acomodo... Vuelven gritando de frío, sigue el boche, me doy cuenta que tengo que ir al baño. Lástima, aún llueve, me duermo.
Desperté de nuevo como a las 7:30, aún con ganas de ir al baño. La lluvia había cesado. Estuve un buen rato esperando a ver si volvía a llover, y no lo hizo, así que me puse el polerón y un par de zapatillas y salí de mi carpa, para ir al baño, que no quedaba lejos. Fui, salí y había una señora yendo. La saludé con una sonrisa, y me devolví a mi carpa, cuidando de no hacer mucho ruido para que mis acompañantes no se despertaran por el sonido del cierre de la carpa del centro abriéndose. Sequé la carpa, que se había vuelto a mojar al abrir. Me di cuenta que los pies de mi saco estaban mojados, porque había tocado el borde. Daba igual, tenía otro saco dentro, así que no sentí nada, y ni siquiera se pasó al interior. Me metí a los sacos, me saqué el polerón, me comí otro pan, me acomodé y, al tiempo que empezaba a llover de nuevo (¿se habría alcanzado a refugiar la señora del baño?), me dormí.
Desperté al par de horas. Con mi tía fuimos a las duchas, aprovechando que no llovía de nuevo. El agua estaba helada, y mi prima, que nos acompañó al baño, se reía de nuestros gritos desde el interior de nuestros respectivos cubículos. Bueno, igual rico tener el pelo limpio. Salimos, me vestí en la carpa, y luego salí a desayunar, para ver cómo los adultos continuaban la conversación de la noche anterior, respecto a dónde ir. ¿Pedían una cabaña? ¿Nos íbamos a otra parte? Podríamos ir a las termas... Al final, decidieron que lo mejor sería irnos, pasar a Lautaro, saludar a mi tía-abuela Sonia, a mi bisabuela Emilia y a mi... asumo que tía o prima, Alejandra. Terminamos el desayuno y empezamos a guardar todo, al tiempo que comenzaba una lluvia, que, rápidamente, se volvió torrencial. Me escondí con mis primos en su carpa un rato, pasándole cosas a mi tía. Al final, nos fuimos al jeep, y ahí esperamos el partir. Echamos bencina en Melipeuco (el camino estaba mucho mejor de ese lado), bajé a tomar fotos ahí, y luego proseguimos el camino hasta Lautaro, al cual llegamos como a las 2. Sorpresa general de vernos. La Tía Sonia no me reconoció, no me veía hace años. La abuelita Emilia estaba feliz. Almorzamos (primer día de la semana que no comía tallarines, sino que arroz... con 40 vienesas), nos tomamos fotos, vimos fotos, y luego nos despedimos, para subirnos al jeep nuevamente, a eso de las 5:30. Esta vez, yo iba en la ventana derecha, el Lu iba al medio, y la Emi en la ventana izquierda. Me acomodé contra la ventana, el Lu se acomodó en mi hombro, y dormimos. Él durmió más que yo, claro.
Continuamos viajando hacia el norte de la región. En Victoria mi tío le echó más bencina al auto, ya que sí estaba a un precio decente, y, tras un largo viaje (ya eran como las 8:30 cuando llegamos), nos bajamos del vehículo, en el campo, en Santa Juana. Finalmente, hicieron el asado que tanto querían, el Roberto (padre del Lalo, abuelo de los niños) tocó guitarra y nos conversó un rato, la Gigi (madre del lalo, abuela de los niños) se fue temprano, la Cecilia y el Marco se fueron a dormir en la casa de ellos (al lado), los cuatro niños durmieron en la pieza de mis primos (mentira, la Emi durmió con mis tíos), viendo Rango, y yo dormí en un catre diferente, agradeciendo la colchoneta de soporte que tenía, leyendo Rayuela. Me dormí apenas cerré el libro.
Último día, domingo. Desperté temprano. Desayuné con mi tía y mi prima, luego se nos fueron uniendo las otras gentes. Me levanté. Leí Rayuela. Toqué guitarra (las había llevado al campo, con la intención de llevarlas al camping, y aprovechar de enseñarle un poco a la Emi, pero por motivos de espacio, se quedaron en Santa Juana), y, a eso de mediodía, llegaron mis tatas con mi madre, a almorzar, para luego irnos a la casa. Almorzamos todos juntos, los niños fueron a la piscina, conversé a la orilla con mi tía y mi madre, luego me conseguí una bicicleta y tomé la cámara, para ir a tomarle la anhelada foto al cartel de "Se provide la dentrá a este predio", que está a un par de parcelas de distancia. Claro que la bici tenía el asiento bajo y los pedales más duros de lo que recordaba en las bicicletas, así que la dejé abandonada antes de llegar al portón de la parcela en la que estábamos, e hice el resto del trayecto caminando. Llegué al cartel, y había un hombre sacando verduras. Oh, oh, dueño del fundo o trabajador de él, no era buena idea que me viera tomándole fotos a su cartel más escrito. Tomé un par de fotos más allá del camino, y no me devolví hasta que vi cómo el hombre se iba en su bicicleta con carrito, el cual llevaba lleno de verduras. Le incliné la cabeza, y me saludó con un "hola niña". Llegué al cartel, y le tomé la bendita foto (nota mental dos: realmente debes revelar ese rollo). Caminé hasta la parcela en la que estábamos, recogí la bici y la llevé hasta el campo. Le conté la aventura a mi tía, y decidí meterme a la piscina. Dejé la bici cerca de donde la había sacado, me cambié a traje de baño, y me sumergí un rato en el agua. Al poco rato, me salí, intenté hacer sudokus (el nivel fácil estaba mal hecho, ya que tenía dos 3 en la misma fila, y el nivel difícil estaba... bueno, difícil), luego me fui a la casa, me cambié de ropa, tomamos once y, al rato, nos fuimos. Me despedí de todos, echamos mis cosas a la camioneta, y nos subimos, para dirigirnos de vuelta a Chiguayante.
En general, la pasé bien. Lo único malo fue la lluvia, que nos acortó el viaje, pero igual, fue una linda experiencia (ahora puedo decir que acampé con lluvia en una carpa sin súper tela especial encima!), y que ahora me duele la espalda y un brazo (espero que ese dolor se me quite esta noche), pero todo lo demás estuvo genial, y eso incluye la gente y los paisajes. Y bueno, queda pendiente el cruce a la cordillera, pero ahí planeo ir un poco más el norte y hacia la costa Atlántica, por ahí en Buenos Aires :)
Y me iré a dormir, después de una entrada gigante. Quedan 3 semanas para entrar a clases!