miércoles, 7 de marzo de 2012

Mamá, ¡quiero cuadernos!


CONTEXTO 1: Bueno, el 14 de febrero fue el cumpleaños de mi tío. Ese día, estaba el Michael presente. Michael es un amigo de mi tío, que, entre muchas cosas, es músico. Durante la cena de cumpleaños, mi mamá mencionó que yo quería un bajo, pero debido a nuestra pobreza... Digo, a nuestra situación económica, no nos era posible comprar uno en un futuro cercano a mediano-largo plazo. Fue ahí que él nos dijo que tenía un bajo que no usaba, que requería de un arreglo, pero que con gusto me lo regalaba, y que él nos avisaría cuándo debía irlo a buscar. Fue así que el jueves pasado fui por él y lo dejé en la Ollita en reparaciones.

CONTEXTO 2: Este año, como ya sabrán, empiezo la Universidad. Más precisamente, el lunes de la próxima semana empiezo la universidad. Y bueno, sé que es la universidad, y que tener útiles bonitos es lo de menos... Pero tengo una obsesión con tener cuadernos. Así que, tras mucho hinchar, mi mamá dijo "bueno, usa parte de las diez lucas del arreglo del bajo".



Ahora sí, vamos con la entrada del blog real de hoy:
Ayer martes llamé a la Ollita, y me informaron que el arreglo del bajo sale 18 lucas. MUCHO más de lo que teníamos presupuestado, pero MUCHÍSIMO menos que un bajo, en especial tan genial como ese. Así que acepté el arreglo, y me pidieron que fuera a abonar una parte del pago. Como ayer fui a visitar a la Gabi, decidí ir al centro hoy, y de paso comprar cuadernos. Así que, tras terminar de ver Malcolm a las 5, arreglé mis cosas, junté mi plata, me eché el bloqueador y salí a tomar la micro.
Obviamente, había olvidado que hacía un calor de los mil infiernos. Me subí a la micro y me senté al lado del sol, ya que, obviamente, no quedaban asientos a la sombra.
Fue entonces que llegamos al paradero siguiente, el catorce, donde subieron dos mujeres. La primera subió y quiso sentarse en el primer asiento, junto a una tipa que tenía un montón de bolsas en el asiento de al lado. Y por eso empezaron a discutir, sobre "los asientos no son para llevar cosas" y de "no puedo llevar todo encima, y quedan asientos" (La micro iba vacía y las tipas no eran ni inválidas, ni embarazadas, ni de la tercera edad, así que no sé de qué mierda se quejaban de no poder irse sentada una sola en el primer asiento, en vez de irse las dos juntas en un asiento cualquiera, HONESTLY).
En fin, tras gritos varios, un largo recorrido, un tipo que se subió a tocar canciones cristianas y más, me bajé de la micro, en Castellón. Caminé las dos cuadras que me separaban de la librería Giorgio de los tribunales, y llegué a la tienda, la cual, a la distancia (y sin lentes) no se veía tan llena...
WRONG! Estaba llenísimo. Saqué número. 72. Van en el 41. Mierda. Okei, okei, elijamos los cuadernos. No hay de Phineas y Ferb, no importa, no importa, uno con un par de Converse, otro con una ciudad y un montón de luces puestas en photoshop (estoy segura que tengo esa textura), uno de Mickey Mouse, otro de un puerto bonito y otro que es rojo. Simplemente rojo. Y rayable. We'll see.
Bueno, al fin me tocó. Pasé los cuadernos, le pedí a la tipa que me viera el precio de un coso de post-it. Me preguntó de qué servían. Le dije que para marcar páginas y tomar notitas, me pasó la boleta. Fui a la caja, pagué, volví. No encontraba a la tipa, pero mi bolsa estaba encima. Al final, otra vendedora me dijo que me la llevara, así que me fui. Siguiente misión: Llegar a la galería Caracol.
Crucé la calle, y pasé al lado de gente mechoneada. Estaban cubiertos de pintura. Pobres. La otra semana me toca a mí. Ni cagando pido plata. Seguí caminando, llegué al Paseo Peatonal. Debido a que el mall se quemó, estaba más plagado de gente que nunca. Así que apliqué la técnica de caminar lo más rápido posible  esquivar a todo quien se me cruce. Logré llegar a la galería Caracol. Bajé a La Ollita. Esperé a mi turno. Me atendieron. Dejé cinco lucas de abono (porque gasté 4 mil y algo en los útiles que compré) y, tras asegurarme de que iban a llamarme cuando estuviera listo, me fui. Tomé la micro (que iba llena), conseguí asiento cuando faltaban dos paraderos para el mío, me bajé de la micro, fui al super, me compré una cocacola de 580 ml. Crucé la calle, están mi tía y mis primos esperando micro. Mi prima corre hacia mí a abrazarme. Me pregunta, hiperventiladamente, por mi bajo. Le dije que fui a abonar, no a retirarlo. Me miró más seria. Hasta ahí le llegó la alegría de verme. Subieron a la micro. Crucé el cuarto de calle que me faltaba, entré a la casa.
Y esa fue mi aventura de comprar cuadernos. Moraleja: SI HACE CALOR, NO SALGAN xD

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